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5 Conjunto de amuletos fálicos de hierro Almacén del Teatro romano (Mérida), siglo I d. C. Museo Nacional de Arte Romano (Inv. 7629, 7630, 7632 y 7633) Los cuatro amuletos que aquí presentamos proceden del Almacén del Teatro romano de Mérida, el cual se hallaba constituido por aquellas piezas que, procedentes de las excavaciones efectuadas en la ciudad entre 1910 y 1936, no habían sido depositadas en el por entonces Museo Arqueológico de Mérida. Los objetos custodiados en este precario lugar, irían siendo ingresados en dicha institución paulatinamente ya durante la Posguerra, haciéndolo nuestros amuletos más específicamente en 1949. De los cuatro ejemplares seleccionados elaborados en hierro, los dos primeros consisten en un elemento autónomo conformado por dos óvalos adosados, levemente convexos en su dimensión frontal y planos en su reverso, sobre los que se eleva una anilla de suspensión abierta por un extremo, fracturada en el primer ejemplar y completa en el segundo. Respecto a las otras dos piezas, están conservadas más parcialmente, mostrando en sendos casos entre sus componentes un óvalo rematado en una anilla, el cual, en el tercer ejemplar, se encuentra ligado a un elemento anillado doble al que se añade un tercer círculo, de menor tamaño, que es el que permitiría la sustentación de la pieza del colgante en el que se integrara: de este modo, el amuleto original volvería a mostrar la imagen de los dos testículos figurada por los dos primeros, pero representado cada uno en una pieza separada que se ligaría a otra idéntica mediante la anilla doble conservada sólo en el tercer ejemplar. En los amuletos de hierro, según expusimos nosotros mismos al enfrentarnos a ellos en el pasado, se combina la función protectora atribuida a su forma con otra derivada del metal en el que se hallan confeccionados, éste último reforzado por la presumible presencia de alguna otra materia, también de carácter protector, alojada al interior de los óvalos, que funcionarían de este modo como estuches. Morfológicamente, es posible que más que ante la representación de testículos humanos nos hallemos ante la de unos animales, quizá de un ovicáprido, no siendo descartable que esto último, desecado y reducido, fuese lo que contuviese el amuleto en su interior. En fin, existen paralelos casi idénticos a estas piezas en la Edad Moderna, lo que testimoniaría el extendidísimo arraigo en el uso de elementos como los presentes, igualmente mantenido en el caso de las figas. R. S. G. Bibliografía: Álvarez Sáenz de Buruaga, 1950, p. 194; Barrera Antón, 1988; Sabio González, 2012, n.os 5.1, 5.2, 5.4 y 5.5. 22 23